Las elecciones y las disposiciones construidas para proporcionar el desarrollo social y orientarlo para la reducción de las desigualdades revelaron la necesidad de perfeccionamientos en los instrumentos públicos de planificación, presupuesto y gestión. En ese contexto, la producción y el tratamiento de informaciones permiten la ampliación del conocimiento sobre la gestión pública y las políticas públicas existentes. Esto es aún más importante en un momento en que el Estado busca ampliar su capacidad de hacer y entregar bienes y servicios a la sociedad.
De esa forma, los indicadores de desempeño son herramientas útiles para la gestión pública, tanto para revelar la situación actual de las políticas, bien como para producir subsidios que permitan promover su evolución.
Seleccionando indicadores para gestión pública
Delante de la gran cantidad de medidas disponibles, el proceso de selección de indicadores debe buscar el mayor grado posible de adherencia a algunas propiedades que caracterizan una buena medida de desempeño.
Propiedades esenciales
Son aquellas que cualquier indicador debe presentar y siempre deben ser consideradas como criterios de elección, independiente de la fase del ciclo de gestión en que se encuentra la política bajo análisis (Planificación, Ejecución, Evaluación, etc.).
Son ellas:
- Utilidad: el indicador debe soportar decisiones, ya sean en el nivel operacional, táctico o estratégico. Los indicadores deben, por lo tanto, basarse en las necesidades de los decisores.
- Validez: capacidad de representar, con la mayor proximidad posible, la realidad que se desea medir y modificar. Un indicador debe ser significativo a lo que está siendo medido y mantener esa significancia a lo largo del tiempo.
- Confiabilidad: los indicadores deben tener origen en fuentes confiables, que usen metodologías reconocidas y transparentes de colecta, procesamiento y divulgación.
- Disponibilidad: los datos básicos para su uso deben ser de fácil obtención.
Propiedades complementarias
Son también muy importantes, pero pueden ser objeto de un análisis adicional dependiendo de la evaluación individual de la situación.
Son ellas:
- Simplicidad: los indicadores deben ser de fácil obtención, construcción, mantenimiento, comunicación y entendimiento por el público en general, interno o externo.
- Claridad: generalmente un indicador es definido como una división entre dos variables básicas; es formado, por lo tanto, por un numerador y un denominador, ambos compuestos por datos de fácil obtención. Eventualmente, sin embargo, puede ser complejo en su fórmula, abarcando muchas variables. En todo caso, es imprescindible que sea claro, atienda la necesidad del decisor y que esté adecuadamente documentado.
- Sensibilidad: capacidad que un indicador posee de reflejar los cambios provenientes de las intervenciones realizadas.
- Desagregabilidad: capacidad de representación regionalizada de grupos sociodemográficos, considerando que la dimensión territorial se presenta como un componente esencial en la implementación de políticas públicas.
- Economicidad: capacidad del indicador de ser obtenido a costos módicos. La relación entre los costos de obtención y los beneficios derivados debe ser favorable.
- Estabilidad: capacidad de establecimiento de series históricas estables que permitan monitorizaciones y comparaciones de las variables de interés, con mínima interferencia causada por otras variables.
- Mensurabilidad: capacidad de alcance y medición cuando necesario, en su versión más actual, con mayor precisión posible y sin ambigüedad.
- Auditabilidad: o rastreabilidad, cualquier persona debe sentirse apta a verificar la buena aplicación de las reglas de uso de los indicadores (obtención, tratamiento, formateo, difusión, interpretación).
Otros aspectos relevantes
Además de esas propiedades, es importante que el proceso de elección de indicadores considere los siguientes aspectos:
- Publicidad: los indicadores deben ser públicos, esto es, conocidos y accesibles para todos los niveles de la institución, bien como para la sociedad y para los demás entes de la administración pública.
- Temporalidad: la identificación de los indicadores de desempeño debe considerar algunas cuestiones temporales: en primer lugar, el momento en que debe comenzar la medición; en segundo lugar, la disponibilidad de obtención cuando los diferentes resultados comiencen a suceder; y, finalmente, la posibilidad de que, por medio de esas medidas, sea posible realizar un acompañamiento periódico del desempeño del programa.
- Factibilidad: los datos necesarios para las mediciones se constituyen en informaciones que forman parte de los procesos de gestión de la institución y, por lo tanto, obtenidas a través de instrumentos de colecta, ya sea por muestreo o censo, estadísticas, aplicación de cuestionarios, observación etc., dependiendo del aspecto a ser medido. Una propuesta de elaboración de indicadores deberá permitir disponer de indicadores de medición factible, en momentos adecuados y con una periodicidad que equilibre las necesidades de información con los recursos técnicos y financieros.
Gestión de desempeño en el sector público
Como vimos, son varios los atributos que pueden garantizar la selección de un buen indicador de desempeño. Y este es sólo el primer paso para la implementación de un modelo de gestión de desempeño eficaz. Existen varias metodologías, herramientas y buenas prácticas que pueden ayudar en ese proceso, muchas de ellas ya pensadas o adaptadas para el uso en el sector Público. Listo aquí algunos artículos y casos de éxito que pueden ayudarlo en su búsqueda: